sábado, 1 de enero de 2011

31 de diciembre 2010

Esta es una carta que ya no podrás leer, o más bien no podre saber yo si la lees, si te llegan hasta donde estés estas letras, estas lagrimas que con el trip trip, del teclado van cayendo de cada rincón de mi corazón, de mi alma, o de lo que va quedando de ella, de mi, de lo que tú me enseñaste que podía ser, pero que ahora sin ti no entiendo que seré, que soy.



Aun a pesar de no saber si me escucharas, quiero creer que es así, que desde donde estas, aun me puedes ver, aun me puedes escuchar y aun puedes sonreír cada que sientes el amor que siento por ti, aunque hoy duela todo, aunque hoy yo no pueda cumplirte el trato y sonreír al sentir el viento, y sonreír al recordarte, al ver tus fotos, al ver tus videos, al mirar las sabanas y darme cuenta de que no te volveré a ver bajo ellas, al mirar los cuadros que pinte frente a ti y también ese donde te puse el pincel en la mano para que lo hiciéramos juntos, para enseñarte que podías pintar, para enseñarte que podíamos construir un mundo nuevo, tu y yo, para hacerte feliz, para marcar la vida que comenzábamos a crear juntos, llena de promesas, de mañanas, de cotidianidades, de sorpresas, de tus sonrisas cada que te hacia una mueca, de tus ojitos cerrados después de un beso, de tus chapitas al abrazarte fuerte.



Cuando venía en el avión de regreso a casa, sin saber que haría o a donde iría, deseaba con todas mis fuerzas que esto fuera solo un sueño, un mal sueño, desee tener la fuerza de echar el tiempo atrás, de transformar la realidad y que no fuera cierto lo que unas horas antes había pasado, que no fuera cierto el beso que le di a tus pies fríos antes de salir de la habitación del hospital, que no fuera cierto el bip de las maquinas que te mantenían respirando, que no fuera cierto el doctor dándome la noticia de que ya no había nada que hacer, que no fuera cierto que ya no estabas dentro de tu cuerpo, lo desee con tantas ganas, y aun así, seguía dentro de ese avión, alejándome de tu entierro, de tu funeral, de una ciudad que no conocía, regresando a la ciudad donde te conocí, donde te encontré, donde dejaste huellas en cada rincón, regresaba para poder estar de nuevo con el recuerdo de ti y de mi, de nosotros juntos, de tu sonrisa, de tus besos, de las promesas que nos hicimos, de esa espera que nos mantenía enfrentando todo y a todos, tan solo por estar juntos un mañana, muchos mañanas, regrese sin maletas, regrese sin ti y no había nada que hacer.



El primer lugar al que regrese fue andén del tren donde te esperaba, donde pasaba los días uno tras otro, para irte a buscar, para irte a encontrar, a abrazarte, a besarte, a inventarte un mundo nuevo, donde toda tu tristeza no entrara, donde solo tu sonrisa fuera el color que cubriera las paredes de cada habitación, me senté en una de las bancas y recordé la primera vez que estuvimos ahí, y tu asombro por la gente, y tu asombro por los colores y los sonidos, del andén, del tren, de las calles, de los parques, de la comida, todo te sorprendía, todo te entusiasmaba, todo me preguntabas y todo te respondía, y tras cada explicación, tomabas mi mano y me abrazabas, -me gusta estar contigo-, me decías mientras me perdía en el aroma de tu cabello.



Pero ahora en ese anden no te encontré, no pude perderme en tu aroma, no pude mirar los colores por las lagrimas que tenía en los ojos, no pude escuchar una respuesta cuando pregunte ¿donde estas?, no encontré el consuelo de tus brazos cuando pedí que aparecieras, ahora estaba solo, me dejaste solo, ahora por mas lugares que recorriera en este planeta, en ninguno te podría encontrar.


No sé cuánto tiempo me quede en aquel anden, no sé como llegue hasta ahí, no sé como regrese a casa, no sé a qué hora salí de Cd. Juárez, solo tenía una hora en la cabeza, la hora en que los médicos te habían declarado muerta, la tormenta de arena, el viento agitando el abrigo cuando salí del hospital, el taxista maldiciendo, los federales preguntándome por mi equipaje, yo diciéndoles que no tenía ya nada, que no traía ya equipaje, su necedad de hurgarme lo que traía encima, yo sin nada encima, ni dentro.



Llegue el 23 de diciembre, porque mi novia estaba en el hospital, la línea aérea perdió mi equipaje, hace un rato mi novia falleció, regreso a casa, y es por eso que no tengo equipaje, ni nada ya, les dije para responder sus interrogatorios, no sé si fue el llanto o fue que no encontraron nada en mi ropa lo que les hizo dejarme subir a la sala de espera, todos los vuelos se habían cancelado por la tormenta de arena, todos menos uno, y el único asiento sin vender ahora me esperaba para regresar a buscarte en la ciudad que te conocí, dentro de mi esperaba que al regresar las cosas fueran diferentes, que al llegar al aeropuerto todo hubiera cambiado, que aquello fuera mentira y que algo o alguien me avisara que estabas viva, que regresabas a mi lado, que seguiríamos teniendo mañanas, y todos los futuros que nos esperaban.



Pero no fue así, no es así, por más que pido regresar el tiempo, por más que deseo que aparezcas, no apareces, y solo te encuentro en mis sueños, de los que cada vez me cuesta más trabajo despertar, porque solo ahí te encuentro, solo ahí puedo abrazarte de nuevo, solo ahí puedo verte sonreír y decirte que te amo, que me haces falta, que todo estará bien y seguiremos juntos, y al despertar no puedo evitar llorar de nuevo, hasta que de nuevo, caigo dormido para encontrarte de nuevo, en mis sueños.



No sé que voy a hacer sin ti, no sé que sigue en esta historia que me enseñaste a escribir a tu lado, esta historia que me regalaste, que me dejaste compartir contigo, no sé que sigue, no sé qué hacer, porque lo único que quiero es volverte a ver, volver a estar a tu lado, y sé que no puedo, sé que no estás ya, que no sonara el teléfono y me dejara escuchar tu voz, que no abriré mi correo para encontrar una carta tuya diciendo que me amas, que no tomare un tren o un avión que me acerque a ti.



Hoy está nublado, hoy no se ven estrellas, hoy regrese sin maletas, sin nada, sin ti, sin mí, y no sé dónde encontrarte, donde buscarte, hoy está nublado, y no estás tú aquí para decirme que me sientes en el frio, y estoy más frio que nunca, y a pesar de saber que no leerás esta carta, no puedo evitar escribir en ella que te amo, y que me haces tanta falta, y pedirte que me ayudes a encontrarte, para poder encontrarme.



Te amare siempre, donde sea que estemos, te amare siempre.



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